¿Cómo las juventudes caleñas, colombianas y latinoamericanas utilizan internet y los dispositivos digitales en sus rutas de existencia? ¿Cómo participan la política y lo político en sus perfiles de las redes sociales? ¿Cómo se moviliza la conciencia a través de la gramática digital? ¿Qué tipo de saberes artificiales tienen para insertarse en el mercado laboral? ¿Cómo lo tecnológico se inserta en sus narrativas de vigilia, oníricas, e imaginativas? ¿Existe una fenomenología cuando se aparece “en público” dentro del mundo digital? ¿Hay límites entre la personalidad cuando se proyecta en redes?
¿Existe otro tipo de ser en el mundo digital? ¿Se puede pensar en una cultura colaborativa en el metaverso? ¿Cómo las juventudes asumen, distribuyen y resignifican el tiempo, su tiempo, en red? ¿Se altera el tiempo? ¿La comunicación que se gesta en el seno robótico-digital es alternativa en sí misma? ¿Cómo asumir las dinámicas de otrificación presentes en las redes sociales? ¿Cuáles estrategias se descubren en la publicidad para potenciar su interacción con las juventudes? ¿Qué jerarquías se presentan en los contenidos? ¿Realmente hay incidencia de las políticas públicas de juventud y tecnología en las juventudes y la tecnología?
¿Qué asumen los creadores de contenido con contenido? ¿Prevalece la semiótica por encima de la lógica? ¿Cómo apropian la nueva racionalidad las juventudes? ¿Las juventudes se despiertan con su teléfono móvil? ¿Se ha creado una tecnoemoción? ¿Responde a un nuevo estatuto de la razón? ¿Vivimos en el streaming del fin de las cosas? ¿Son las juventudes una suerte de contemporáneos del porvenir? ¿La convergencia digital ahora incluye a las juventudes? ¿Qué tanto han cambiado los procesos de expresión? ¿Qué relación tiene la arquitectura de las redes con la anatomía de las personas? ¿Cómo se estudia la ciudadanía digital? ¿Cómo se enuncia el dolor en redes cuando los perfiles muertos de personas muertas siguen activos?
¿Cómo trasladar la vida al algoritmo? ¿Qué no nos dicen los algoritmos? ¿Somos un algoritmo? ¿Qué pasa cuando la adultez llega con las redes? ¿Se pueden identificar estructuras micro culturales en la movilización juvenil digital? ¿Toda escritura digital es publicitaria? ¿Qué escriben las juventudes en línea? ¿Dónde escriben? ¿Cuánto incide el uso de internet y de las redes sociales digitales en la participación juvenil fuera de línea, en su actuar político y ciudadano cotidiano? ¿Se puede (debe) hablar de participación cívica en internet? ¿Cómo modulan las juventudes con la información que consumen a través de medios tradicionales (televisión, prensa, radio) y nuevos medios (diarios online, entre otros)? La información que consumen, ¿las consumen? ¿Cuáles asuntos públicos de su interés se relacionan con los asuntos que las convocan? ¿Qué “maneras de hacer” caracterizan a las juventudes digitales? ¿Son pertinentes estas preguntas?
Una de las cualidades más resaltantes que se atribuye a la etapa juvenil, a las juventudes, es su energía vital, su depósito corpóreo de fuerza, su capacidad para resistir, o aguantar extenuantes jornadas de trabajo, ejercicio físico, excesos, rumbas, devenires. Una “energía vital” que como un hilo central les une contra el abate del tiempo. Una suerte de corriente de la vida, recogida del ambiente, que los identifica especialmente dentro de este cementerio orbitante en el que se ha convertido la Tierra. Flujo biosocial que les otorga vitalidad y que, a veces, logra conectar sus actividades materiales y construye y media las relaciones sociales entre los más cercanos y aquellos extraños distantes que habitan sus redes.
¿Cuánta energía distribuyen en sus estudios, su familia? ¿Cuánta a relacionarse, a encontrar amigos y contactos? ¿Cuánta a estar en dinámicas sociales, en fiestas y encuentros? ¿Cuánta energía invertida en la red? ¿En la inteligencia artificial? No lo sé. Tampoco sé de qué manera esa energía atomizada en el flujo de las cosas puede o no ocasionar daños en términos ecológicos y ecosociales. ¿Desgastamos al planeta y el tejido social si gastamos nuestra energía en hacer nada, o en ir a una fiesta? La huella de carbono que dejan las juventudes es cosa que no se ha registrado y supera por mucho las pretensiones de esta reflexión.
No obstante, hace poco supe al fin una cosa: recientes publicaciones en cadenas de prensa nacionales e internacionales, exponen cuánta energía consume la Inteligencia Artificial cuando se utiliza para resolver tareas de ámbito académico. En las secciones de Tecnología de periódicos como El Tiempo, El País, El Times, se afirma que una consulta en el chatbot ChatGPT, desarrollado por OpenAI, consume tres veces más energía que una búsqueda en el buscador de Google. Así, una conversación de entre 20 y 50 preguntas con ChatGPT (el promedio para una tarea universitaria) requiere unos 0,001 a 0,01 kWh, frente a los 0,0003 kWh de electricidad de Google.
Dicen las notas de prensa, además, que el enfriamiento de los servidores utilizados para soportar estos sistemas también consume grandes cantidades de agua dulce. Por ejemplo, el entrenamiento de GPT-3 en uno de los centros de datos avanzados de Microsoft, asociado a OpenAI, utilizó 700.000 litros de agua dulce limpia, y demandó aproximadamente 78.437 kWh de electricidad, equivalente al consumo medio de un hogar en España durante 23 años.
La vida virtual también consume energía de la vida natural, y la transferencia se da en igual medida con la energía vital juvenil y la energía artificial. Parece que, a veces, nuestras búsquedas en red desgastan al planeta, calientan el planeta, evaporando las posibilidades de existencias otras. Si esto es así, vivir en resistencia implicará encender el activismo con el interruptor abajo.
Sobre el autor
Docente investigador del CINDE (Centro Internacional de Educación y Desarrollo Humano) miembro de la línea de investigación Jóvenes culturas y poderes. Universidad de Manizales-CINDE.