Uno siempre se pregunta dónde anda Dios cuando alguien muere.
El hombre la deja en una esquina y camina hacia su casa. Rosario se acerca a su mamá e intenta hacerle entender lo que acaba de pasar, pero ella se niega a ver la realidad. «¡ME VIOLARON!», le grita Rosario, pero la mamá se limita a ver las flores que con amor un hombre le dio.
Prólogo
Este documento es de Henya, una estudiante, colega y amiga de la Licenciatura en Danza de nuestra Facultad de Artes, y es sobre una obra danzada: ¿Quién mató a Rosario?, inspirada en Rosario Tijeras, de Jorge Franco. A Henya le propuse volver a nuestros planes originales como revista para ―como una suerte de plan figurado por la etimología― volver a ver la obra, pero tras la escena, mientras se construye, se crea, se investiga y se curiosea en esos amores que se fundamentan en la creación de nuestras artes y de nuestros cuerpos escénicos. Revisamos así las tramas y los procesos de nuestras obras, de nuestras creaciones sentidas y de nuestras puestas en la escena. Henya me dejó ver, entonces, documentos de ensamble para ¿Quién mató a Rosario?: notas, indagaciones académicas, sinopsis, boletines de prensa, descripciones de personajes y algunos fragmentos del libro que le dio vida a la propuesta. Yo le sumé otros apartados (más reflexivos y literarios, menos académicos; algunas citas del libro y preguntas para sobrecoger un poco) y me incluí, como un espectador entrometido y metiche, en la escritura. Moví el documento, sumé fotos que tomé y, sin mucha pretensión de convertir el texto en un documento muy lineal, organizamos aquí algunas notas que siluetean la obra y dejan entrever qué se construye, se ve, nos hace ver y nos interpela.
A esto podríamos llamarle, quizás, el libreto. No solo están los diálogos y las acciones, los ánimos y las pesadumbres de los escenarios, sino todo aquello que acompaña la obra desde que comenzamos a imaginarla, desde que es semilla en nuestros sueños y en nuestros miedos, en nuestros remordimientos sociales y en nuestras esperanzas divinas. Estas son, sin más, algunas notas de los cuadernos de creación de Henya y de su grupo, el Colectivo Seremos.
- Juan Pablo
Breves líneas sobre una danza
¿Quién mató a Rosario? es una obra de danza-teatro de carácter multidisciplinar cuyos lenguajes corporales configurados dentro del formato abarcan la danza contemporánea, el género urbano y la salsa. Aquí se salvaguardan y exhiben narrativas e imaginarios del cuerpo nutridos por las problemáticas, fantasías y delirios en torno a la cultura del narcotráfico; así la obra nos examina y nos indaga, nos pone inquietos y nos estremece para meterse en nuestras culpas y miedos más profundos.
La obra es un interrogante persistente hacia esa vertiginosa posición de lo colombiano: ¿Cuál ha sido nuestra postura en torno a las violencias de género a lo largo de tantos años? Es una obra de danza teatro sobre el destino de una mujer, Rosario, que cosifica y sexualiza su corporeidad para subsistir en una historia en la cual su cuerpo, todo el tiempo, es cuerpo-territorio para la violencia.
Nos preguntamos cuáles son las consecuencias de la narcocultura en el cuerpo femenino. Y luego, estas inquietudes mutan a un proceso de investigación-creación para responder a la pregunta por medio del cuerpo en escena y sus corporalidades varias y variadas.
Está basada, por supuesto, en Rosario Tijeras, el libro que Jorge Franco escribió en 1999. Y en el teatro, fueron los artistas del Colectivo Seremos1 quienes se encargaron de darle movimiento e interpretación. La obra es dirigida por mí, Henya Godoy, y fue coreografiada por Juan José Guzmán Peña y entrenada en la actuaciones por Alvaro Varón.
Sobre la trama, a propósito, dice Natalia Vega Angulo en su tesis La influencia del narcotráfico en la moda y estética de la mujer colombiana que la Narcocultura busca exhibir, que la imagen del cuerpo vestido es la representación de un símbolo contextual en el que se encuentra.
Pero ¿qué diría Rosario?
Desde que conoció la vida no ha dejado de pelear con ella. Es una temeraria. No tiene miedo de matar o de que la maten, pues desde pequeña entendió que si no se defendía por sus propios medios, nadie lo haría. Ha sido vulnerada y golpeada una y otra vez por violaciones, abandonos; por ver y vivir la violencia, las muertes; ha sido golpeada al ser “salvada’’ por los narcos, quienes le pintan la promesa de una vida diferente a cambio de su belleza y de su cuerpo.
Después de una vida de miseria y violencia, ¿qué tan importante es vender el cuerpo a cambio de algo de paz?
Queridos intérpretes (apuntes sobre las identidades y sobre las vidas)
#1
Rosario fue abusada por el novio de su madre. Yo también lo fui.
Vivió en un entorno muy violento. Yo también; mi madre era una persona muy violenta.
Era muy cerrada; no confiaba en los demás. Y suelo ser así; a veces pienso que la única persona a la que realmente le intereso y que me quiere es mi hermana, como le sucedía a Rosario con su hermano, Jhon F.
#2
Crecí en entornos donde la violencia y la pobreza son comunes. Ver la vida de Rosario me hace querer, a través de la danza, visibilizar todas estas situaciones, dar a entender a quienes ven esta obra las complejidades por las que pasamos muchos colombianos.
#3
Una compañera, que en este momento no nos acompaña, vivió abusos sexuales.
Razón suficiente para identificarme con esta obra.
Rosario Tijeras
Rosario tenía la capacidad de convencer sin tener que recurrir a muchas patrañas, pero si surgía alguna duda sobre su «verdad», apelaba al llanto para sellar su mentira con la compasión de las lágrimas. (...) Porque con ella no se trataba de gusto, de amor o de suerte; con ella la cosa era de coraje. Rosario se fue de su casa a los once años. Inició una larga correría que nunca le permitió estar más de un año en un mismo sitio.

Su mamá era modista. Por eso se acostumbró a ver dos o tres tijeras permanentemente en su casa. Además, veía que su madre no sólo las utilizaba para la tela, sino también para cortar el pollo, la carne, el pelo, las uñas y, con mucha frecuencia, para amenazar a su marido. Sus padres, como casi todos los de la comuna, bajaron del campo buscando lo que todos buscan, y al no encontrar nada se instalaron en la parte alta de la ciudad para dedicarse al rebusque. Su mamá se colocó de empleada de servicio, interna, con salidas los domingos para estar con sus hijos y hacer visita conyugal. Era adicta a las telenovelas, y de tanto verlas en la casa donde trabajaba se hizo echar. Pero tuvo más suerte, consiguió un trabajo por días que le permitía ir a dormir a su casa y ver las telenovelas acostada en la cama.
En un país que se presta a la informalidad como Colombia, el narcotráfico se convirtió en una de las formas más rápidas de ascenso económico y social, situación que afectó, según el historiador Enrique Serrano, sobre todo a las clases medias y a las medias-bajas.
La narcocultura busca exhibir.
Dice Juan Pablo, como intruso
Y yo, que ya llevaba un rato acompañando la obra, salgo en silencio y con algo de congoja en la mirada. Y pregunto, entonces, como un disparo al aire, ¿Quién mató a Rosario? Hay sensaciones que se sobreponen, siempre, pero es lo que busca la obra: arrojarnos a un vacío para darnos de frente con las imágenes más repulsivas que nos ha dejado el exceso con sus podredumbres; pero de repente, cuando nos tiramos al desconsuelo y lagrimeamos escondidos, una mujer sujeta un ramo de flores con mucha fantasía en la mirada, y entonces sonreímos con modestia, y en poco segundos volvemos a maldecir. Y de fondo, como si ya los movimientos y los dramas de sus cuerpos no fueran suficientes para alterarnos, la música se diluye y se (entre)componen los géneros para que el mundo se nos haga inestable, amable en algunos actos y estruendoso en otros. Así escuchamos salsa, y algo parecido al tecno, y reggaeton, y rap, e incluso alabaos (y más). Entonces: ¿Cómo no desvanecerse de vez en cuando en tristeza, y volverse a poner en tensión, en emoción cuando comienza otro acto y suena otra canción? ¿Cómo no hacerlo cuando los intérpretes pasan de la oración al éxtasis completo de los cuerpos y del pecado? Yo diría que la obra es como una transmutación constante; quienes la crearon parecen gozar el proceso cambiante que permite la diversión y el juego, el permitirse explorar y experimentar, salirse de la academia y de la pulcritud, de lo prístino en que a veces nos venden la danza con sus imaginarios tan ajenos, tan europeos, tan lejanos. Aquí hay calle y rigurosidad.
Dos sujetos se desplazan por el barrio en una moto de alto cilindraje a punto de desbaratarse. Van armados. Sin miedo. Zigzaguean y ahora la moto mira hacia el cielo; la han levantado en una rueda.
¿Adónde van?
¿A matar a Rosario?
Dice Franco
Estuvo metida con los que ahora están en la cárcel, con los duros de los duros, los que persiguieron mucho tiempo, por los que ofrecieron recompensas, los que se entregaron y después se volaron, y con muchos que ahora andan «cargando tierra con el pecho». Ellos la bajaron de su comuna, le mostraron las bellezas que hace la plata, cómo viven los ricos, cómo se consigue lo que uno quiere, sin excepción, porque todo se puede conseguir, si uno quiere.
Poco ficcionales
La novela sucede en Medellín, en 1999. La obra sucede en Cali, pasados 25 años, en donde las circunstancias dadas parecen no estar muy lejos de las originales. Hoy las calles escritas por Franco tienen otros nombres y otras direcciones, pero son las mismas.
¿En qué punto la ficción se convierte en realidad?, ¿o la realidad en ficción? Lo cierto es que la pesadilla de pronto aparece en medio de una tarde, a pleno sol, o en la noche, bajo las farolas, en el trueno y en el destello, sobre el papel novela en que imprimen nuestros libros, en las palabras que reverberan las balas tronando cerca, a lo lejos, los tiros a quemarropa que de repente acaban con nuestros goces y alucinaciones.
¿Viviremos por siempre en un libro? La cuestión es cuánto pesa la vida allá adentro, cuánto dura un día, cuánto un amor, una decepción, cuánto ganarse el pan. Si lo resolvemos, podríamos, quizás, atrevernos a decidir entre dos estados trágicos. ¿En cuál el sufrimiento no se atrevería a tanto? ¿En la ficción (que puede tomarse de la realidad), o en la realidad misma, con sus distopías e imposibles como de ficción?
¿Cuántos rostros y cuántos nombres tiene Rosario? Uno la ve en la esquina siniestra y en la película, en los muchos rasgos de sus telenovelas, entre sedas y bajo la lluvia. Uno “sueña” a Rosario y otros la matan. Rosario nace otra vez a pesar de la mala espina que nos da esta vida, este paisaje, este tiempo. Y vuelve a nacer y lo seguirá haciendo, y se verá resignada a esa vida, y quién sabe hasta cuando.

¿Quién mató a Rosario? Es una iniciativa apoyada por la Convocatoria Estímulos 2024, de la Secretaría de Cultura de Cali.
Sobre los autores
Henya Godoy es candidata al grado de la Licenciatura en Danza de la Universidad del Valle. Es directora del Colectivo Seremos y miembro del Grupo de Investigación Voces del Cuerpo, del Departamento de Artes Escénicas. Con ¿Quién mató a Rosario? fue ganadora de la Beca de Creación de Estímulos Cali, y de los Estímulos SIEMBRA del Instituto Popular de Cultura (2024). Fue directora del proyecto Cuerpos Resilientes: Mujer, Voz y Cuerpo como territorio de resignificación, ganador del estímulo Jóvenes por el Cambio, del Ministerio de Cultura (2024). Ponente en el Congreso Iberoamericano de Teatro de Manizales (2024). Productora de Tejiendo Danza, evento de la Licenciatura en Danza de la Universidad del Valle (2021 – 2024). Directora artística de Esta es Mi Tierra (2022). También ha sido Intérprete en obras de danza contemporánea: Rojo (2021), Infamia (2023) y Exsilium (2024). Actualmente se desempeña como directora, profesora, investigadora, gestora de proyectos y productora.
Juan Pablo Laguna es coordinador editorial de Nexus, egresado de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad del Valle. Se ha interesado por el trabajo periodístico con enfoque antropológico y la narrativa de ficción. Fue finalista del Premio de Periodismo Universitario Orlando Sierra Hernández con su crónica "El alma acuñada”. Fue coautor del artículo de reflexión Calitarsis: una mirada a seis artistas caleños durante la pandemia del Covid 19, publicado en la edición 32 de la revista Nexus, y fue coordinador editorial de las Memorias Editoriales del Cali Media Arts Encuentro, organizado por la Secretaría de Cultura de Cali y la UNESCO. Actualmente se desempeña como investigador y escritor.
Fue creado en febrero del 2024 por Henya Godoy, y está compuesto por un grupo multidisciplinar que reúne la danza, el teatro y los audiovisuales atravesados por la investigación del cuerpo. El colectivo ha promovido proyectos sociales en territorio y ha sido ganador de becas y estímulos por parte de las convocatorias Jóvenes por el cambio (Ministerio de Cultura), Estímulo para la creación (Secretaría de Cultura de Cali) y el Estímulo SIEMBRA (IUIPC), y participó con ¿Quién mató a Rosario? en el Encuentro Internacional de Jóvenes Coreógrafos y en el Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella, en el 2024.