Sobre la exposición Pensamiento Arbóreo, del artista Herlyng Ferla, en la galería Jeny Vilá, en Cali. Febrero y marzo de 2024
Herlyng Ferla y Éricka Flórez
Los pintores sueñan, aspiran a una realidad que todavía no está ordenada, que todavía no es consecutiva, que todavía no es lingüística, que todavía no está narrada, que por lo tanto no puede ser representada.
PASCAL QUIGNARD.
Nota del editor
Para nacer en la pintura, para volver al sueño, el hombre quema sus primeros dibujos. Estamos en el amanecer de su vida otra, en un campo inquietante que es tierra y noción histórica. Antes de considerar el pasado escrito en las estrellas, quema sus primeras pinturas1 y espera ilusionado que el resplandor se apague y la humareda se disipe, para saberse, por fin, otro. Otro de ensoñación nocturna, de silueta brumosa, de canto sereno: caminante, paciente escultor, oyente. Y claro, finalmente, pintor. Ahora sigue la tentación metodológica de hacer mapas nocturnos2. Cada pintura es un túnel hacia esta noche vibrante, que es el largo instante antes de nacer y la escena inasible de nuestra muerte:
la mirada de miedo
el asedio místico del jaguar
el juego de dos ángeles descubriendo el velo que nos cubre de la inmensidad
Y en medio de estas tres pinturas hacia la noche fascinante, el recorrido a través del presente; estudios pictóricos sobre los sueños comunes y nuestras formas de narrar; la maleza esparcida por el barrio caleidoscópico, evocación de los saberes perdidos, leve epifanía, suspiro, risa.
–Miguel Tejada
Nota curatorial
Más que con el pensamiento lineal, deberíamos asociar a los árboles y las plantas con la encarnación de lo cíclico: "una semilla ya sabe el fruto que va a ser", decía un niño de cinco años a su maestra. Si pensamos en el tiempo como línea creeremos que en esta puntica está el presente y un poquito más adelante (es decir, sólo después), en esta otra puntica, está el futuro. Pero las culturas ancestrales han venido a desordenarlo todo para hacernos pensar mejor.
–¿Qué pasa si uno el final y el comienzo de esa línea?
–Dibujo un círculo, responde el niño.
Dicen los que saben que el futuro está atrás y no adelante; o lo que es mejor y más complicado: en el futuro hay algo de pasado y viceversa. Es difícil representar la simultaneidad con una línea o con un círculo. A veces se la ha dibujado como una espiral; que es como una línea que se complica y que no acepta simplemente que una cosa sucede después de otra.
Nos han hecho creer no solo que el tiempo es una línea recta, sino que es ascendente, y que entre más se avance, más se sabe: que todo lo que venga nuevo le vamos a llamar "progreso". En el siglo pasado creían que se estaban inventando el pensamiento del futuro, unas personas dijeron que era otro el dibujito para hablar de lo que pasa simultáneamente y está interconectado. Le llamaron rizoma3: a simple vista parece un árbol sin raíces y sin ramas; pero un árbol sin estructura se parece más a una constelación: un poco de punticos que se nos presentan sincrónicamente en un espacio, y entre los cuales podríamos trazar (o no) unas cuantas líneas.
El rizoma contiene una cantidad infinita de dibujos en potencia, pero no te los muestra. Es un conjunto de posibilidades, de conexiones. En cambio el árbol, el pensamiento arbóreo, es ya el dibujo dado: le llamamos "estructura" . Y al llamarla así, estamos indicando de entrada cuáles son los vínculos: primero fue la raíz, después el tronco, después las ramas y las hojas, después el fruto, a veces la flor. Las ramas están conectadas entre sí por el tronco: una única vía, un único canal; como si la historia (la estructura, el dibujo) fuera unívoca, como si sólo hubiese una única versión de ella; lo posible se reduce a lo singular como cárcel.
Las personas que pusieron la luz sobre el dibujo del rizoma (como aquello que explica y contiene el mundo, la historia, la mente) imaginaron un mundo sin troncos; y un mundo que podía existir sin confiar tanto en la idea de "origen" (raíces). Las hojas podían vincularse entre sí, sin la autoridad atávica del tronco. Pero lo que no sabían los amantes del rizoma es que al cortar las raíces nos perdemos de la fiesta que sucede debajo de la tierra. La raíz no es otra cosa que un dibujo que insiste en el vínculo. Sin embargo, hay quienes han mostrado últimamente que raíz no es sinónimo de estático, sino de búsqueda.
La raíz atraviesa el cemento y lo que haya que atravesar, para juntarse con lo que necesita juntarse. Como los manglares, a los que les dicen “raíces con pies”. Y es aquí cuando encontramos nuestra primera verdad: en todo pie hay una planta.
La raíz es lo que se diversifica, lo que se bifurca, y no el reino de lo único y lo estático. Todo lo que está quieto lo está sólo en apariencia. Y ese es el secreto mejor guardado de todos. Por eso no hay que confiar solo en lo que se ve, pues a nuestros ojos escapa la forma en que se vinculan las cosas. Tal vez por eso colgamos sábila al revés: para dejar a la vista y recordar qué es lo que sana.
Hay un señor que dice que pensar es el acto de bifurcar4. Que pensar se parece al gesto de la evolución de las especies que consiste en producir bifurcaciones y desaparecer la unicidad, lo único. En ese sentido, un anfibio es la bifurcación de un pez. Que haya genealogía, filogenia, no quiere decir que la historia esté escrita. Que una semilla sepa el fruto que viene no implica que lo sabe todo respecto al mismo. Como lo que viene no se vio venir, como ni se sabía de antemano la forma que tomaría: es siempre nuevo, y por eso le llamamos “creación”. Pensar imita el gesto de la filogenia. Pensar es entonces bifurcar; producir ramificaciones. Es injusta esa expresión de "irse por las ramas". A la evolución se le llama Gran Relato. Y para este señor, La Historia del Hombre ha hecho caso omiso de cómo primero los minerales, y después las plantas, y después las especies animales (lo que llanamente llamamos “cosas”) tienen una agencia creativa. Cada uno de los que componen ese Gran Relato son:
Monstruos promisorios
Fenómenos contingentes
Novedades
Bifurcaciones inéditas
Síntesis inesperadas
Producciones de figuras
Fabricación de novedades
Aparición imprevisible
Fenómeno emergente
Figura contingente
Síntesis inesperada
El gran relato del universo es el relato de las ramificaciones. Así como de un árbol genealógico que creció en el campo, yo soy la bifurcación que poco sabe de la tierra. Sin embargo, el árbol no es nunca árbol solo muriendo, aunque así parezca cuando lo divisamos allá en la estepa. Entre esa aparente univocidad del tronco hay búhos y hongos. Y por debajo las raíces juntan las falanges entre sí para hacer la promesa de su fiesta oscura y underground. También abajo crece eso que ahora está tan de moda: el micelio, ese arte de lo blando y de la ramificación eterna. Insisto, las mejores fiestas son las que nos perdemos. Caminamos sobre algo que parece firme y de nuevo estático, cuando abajo está sucediendo el festín de la relación.
Dice Serrés:
“Nunca aprendí a nadar, pero de niño vivía de y en el río, sus corrientes, sus crecidas y sus presas; pesado, convertido en piedra, mi cuerpo sabía cómo aparece la grava; turbulento, cómo se forman los torbellinos. De niño, con la espalda doblada, también metí mis brazos en el surco negro y pegajoso para desenterrar las raíces y limpiarlas de piedras. Cuando pienso, me convierto en lo que pienso. ¿Quién es el sujeto del pensamiento? Sub-iectum significa lo que es echado abajo, debajo de mí, debajo de todas las cosas: el suelo, la tierra bajo los pies del cuadrúpedo, el polvo bajo el vientre de la serpiente…bajo las conductas del cuerpo, bajo el universo y su Gran Relato. Para pensar me basta, sujeto, arrojarme debajo. Nosotros produjimos un saber con el que los objetos nos produjeron”.
Y sigue:
“Pensamos, luego somos como troncos y ramas. Para pensar, conviértete en árbol. Bifúrcate a la izquierda, a la derecha, en abanico, no dejes nunca de desdoblar tus ramas en el gran espacio. Ramifica, invade el volumen, por la cima y a lo ancho, capta la luz. La genealogía solo inventa si se bifurca”.
El rizoma quiere anular la genealogía; o mejor, la idea de origen como un punto fijo. Pero Herlyng quiere (ver - saber) qué hay en su árbol genealógico, y para eso se pone a observar y dejar al descubierto las raíces de la maleza encontrada: la escultura no necesita ser estructura, pero sí relación.
Éricka Flórez
Nota del artista
Una colección de malezas que he recogido en los andenes de mi barrio, el intento de resignificar un gesto supersticioso (poner una sábila en la pared), el rastreo de representaciones animistas sobre las plantas en la televisión y el cine, la apropiación e intervención de imágenes sacadas de internet para materializar relatos o recuerdos familiares difusos.
Pienso en mi abuela y los conocimientos sobre la tierra y el campo que no me alcanzó a transmitir. Pienso en mi bisabuelo y los conocimientos sobre la tierra y el campo que mi abuela no pudo heredar. Pienso en el tatarabuelo de mi madre y los conocimientos sobre el campo que ella ha logrado recuperar.
Hoy y ahora, ¿Qué relación tengo con la materia y el paisaje?
Lo doméstico. El bosque ahora está en maticas en la casa. Diseminado. El bosque es como una capa que está debajo del cemento intentando emerger. Tierra debajo del cemento. Lo orgánico debajo de lo inorgánico.
¿Habita el conocimiento de mis familiares que ya no están conmigo también debajo de mis operaciones? ¿Hay una tierra llena de lombricitas y cocuyos debajo de mis esquemas y de mi colección de citas filosóficas? ¿Se escapa ese pensamiento familiar por las fisuras de mi día a día?
Herlyng Ferla
Más información sobre la exposición, aquí: Galería Jeny Vilá
Sobre los autores
Éricka Flórez Hidalgo. Cali, 1983.
Curadora. Ha escrito para diferentes medios y ha realizado experimentos de crítica de arte y ficción como El blanco Móvil. Parte de su trabajo se concentra en la creación de curadurías móviles a través de lo que se ha denominado "conferencias bailables", trabajando a partir de la relación cuerpo-espacio-movimiento-ritmo. Ha co-fundado proyectos educativos como La casa en el aire y La Nocturna. Actualmente es directora artística del espacio independiente lugar a dudas, en Cali.
Herlyng Ferla. Cali, 1984.
Estudió Artes plásticas en el Instituto Departamental de Bellas Artes, Cali (2011). Su trabajo ha sido exhibido individualmente en la Galería Jenny Vilá, Cali, 2011 y 2024; Museo La Tertulia, Cali, 2022; Pivo, Sao Paulo, 2017 y Lugar a Dudas, Cali, 2013. Ha participado en exposiciones colectivas como "Trilogie de cendres", FRAC Des Pays de la Loire; Carquefou, Francia, 2022; "Collectivelly", Iaspis, Estocolmo, Suecia, 2019 y "Acorazado Patacón", Tabacalera; 2015, Madrid. Su trabajo se desarrolla en medios como la instalación, la escultura, la pintura y el performance.
Leo esto sobre el escritor Pascal Quignard: “1968: su campo se define mejor. De antemano quema mil pinturas y dibujos suyos, para abandonar esa expresión artística inicial”. Quignard no renunciará a la pintura; dejará en las cenizas su pulsión por el pintar, y viajará hasta las pinturas antiguas, en Roma o en Grecia, en busca de la imagen que hoy nos falta.
Y esto tiene que ver, primero, con las preguntas y el lugar desde el que las formulamos, como decía Jesús Martín Barbero. Luego se avanza a tientas, para entender cómo trabajamos, cómo recordamos, cómo amamos, cómo gozamos. El cómo es el lugar extraño desde donde ahora uno se pregunta por el pasado: la memoria de las luchas y las tragedias empieza en la vida cotidiana, en el secreto, en el silencio, en la mirada del que camina sin rumbo.
Gilles Deleuze y Felix Guattari en Capitalismo y Esquizofrenia.
Michel Serres en Figuras del pensamiento. Autobiografía de un zurdo cojo.